Topic-icon Ansiedad por separación

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02 Mar 2015 21:01 #75683 por Anaferrer84

Por favor, vuelvo a abrir este tema porq por lo que veo el anterior se derivó en otro tema que no tiene nada q ver. ¿ alguien sabe como solucionarlo? Tengo un Basset de 8 meses y no consigo nada con etologos...

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03 Mar 2015 06:09 #75686 por Mariano

Hola,
Es un tema complicado pero tiene solución.
Busca un tema que se llama Cooper no quiere quedarse sólo y allí cuentan lo que tienes que hacer.
Si no lo encuentras me lo dices y busco.
Saludos
Mariano


En nuestra web Morning Dew Sweepers puedes consultar más información sobre Basset Hound

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04 Mar 2015 12:29 #75696 por frankfurtdestellos

Hola Ana, me alegro de verte por aquí, yo te voy a dar mi opinión bajo mi experiencia con Frankfurt eh, en primer lugar Ras es muy pequeña y por lo que he visto la tienes muy mimada ,ejejejejejj,( como todos), yo lo que hice, pues Frankfurt lloraba aunque se quedara con mis padres, la cosa era que tenía que estar con nosotros, pues poco a poco lo iba dejando adrede a ratitos solo en el corral para que se fuese acostumbrando, yo creo que lo que no se debe hacer es de bote pronto ( entiendo que cuando tenemos la necesidad) lo dejamos solo todo un día, creo que se debe ir haciendo poco a poco para que se vayan acostumbrando aunque no tengamos la necesidad .......pero igual algún día la tenemos. Otra cosita que también nos ayudó fue dejarte una mantita ó sueter previamente impregnado de nosotros, me explico.............cogí una camiseta de mi hijo ( sin lavar) y se la dejé, la verdad que se tranquilizaba bastante, cuando veníamos estaba todo arrugado en ella dormido, digo yo que por el olor .............aún hoy en día ropa que ve...........ropa que coje y se la apalanca hasta que lo pillas,jajajajaj.
En fin..................yo si te digo la verdad para muchas cosas actuo igual para mis hijos que para mi hijo perruno, y en este caso tendrás que tener mucha paciencia e ir quitándole el miedo poco a poco.
Ya irás contando como te va. Saludos
PILI

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04 Mar 2015 22:18 #75722 por Mariano

Bueno, pues he logrado encontrar el artículo de Cuper. Es importante destacar que este artículo lo escribió una forera que se llamaba Ana (la propietaria de Cuper).

Allá va:

Cuper no quiere quedarse solo.

Todo esto empezó con la mudanza. Piso nuevo y barrio nuevo. Desde el principio llevé a Cuper a pasear por la zona, le llevaba siempre conmigo con la idea de que cada vez le resultara más familiar el lugar. Recuerdo el primer día que entró en el piso lo olfateo todo, entraba y salía de todas las habitaciones moviendo el rabo, yo pensé que era una señal inmejorable pero creo que me equivoqué.

Ya viviendo allí comencé a salir como hacía en la otra casa para ir al supermercado o para hacer cualquier recado y cuando regresaba siempre estaba ladrando. Lo podía oír desde el garaje. Estaba nerviosa con el tema, llegaba el lunes y le tenía que dejar solo más tiempo para ir a trabajar. Un amigo me dijo que era importante que le ignorara tanto para salir como para entrar. Esa fue la primera vez que oí hablar de la regla de oro, pero obviamente no es algo que funcione en el acto, así que llegó el día y me fui a trabajar dejándolo solo y ladrando con verdadera ansiedad. A las 6 horas y media regresé y en cuanto apagué el motor del coche le escuche, estaba exactamente igual que cuando me fui. Llamé al ascensor, cuando se abrieron las puertas me encontré la nota pegada en el espejo. Un vecino no identificado se quejaba del perro del 2º. Este hecho me puso aún más nerviosa. A partir de aquí todo fueron despropósitos. El perro seguía igual o peor cada día, cuando yo abría la puerta de la calle se escapaba entre mis piernas, dejo de comer y de beber agua, solo se acercaba a sus comederos cuando yo estaba en casa y él tenía la certeza de que no me iba a ir (esto lo notaba porque yo me quitaba los zapatos de la calle, o simplemente porque tiene bien cogidos los horarios). Cada mañana la misma historia, desde antes de salir de su cama ya estaba llorando, y este estado iba a mas y mas hasta que explotaba cuando yo me iba. Antes de poner un pie en el felpudo ya estaba ladrando con verdadero ímpetu. Yo, por supuesto, mas ansiosa que él me quedaba escuchando en los buzones, en el ascensor… Me lo llevé dos días al trabajo, lo dejaba en el coche. En fin una situación de locos. Para entonces ya le había llevado dos veces al veterinario. Descartaron cualquier problema físico. Me recomendaron un collar de feromonas. Un collar que desprende feromonas que supuestamente tranquilizan al perro. Pero no funcionó. Le comencé a dar paseos mas largos por las mañanas. Le ignoraba al entrar y al salir. Pero no notaba ninguna mejoría. Vino una adiestradora a casa. No me sirvió de mucho la verdad sea dicha. Aunque ella ya me anunció que mimaba demasiado al perro. Debía de conseguir que se despegara un poco de mi. No le hice caso, esa es la verdad.

Por aquél entonces leí y me recomendaron el collar antiladridos. Sin pensarlo dos veces le compré uno, se lo coloqué y empecé a hacer pruebas. Parecía que funcionaba Cuper no ladraba pero lloraba y a veces rascaba la puerta, a pesar de todo para mi fue un alivio, así que me tranquilice un poco y comencé a hacer vida normal (saliendo exclusivamente lo necesario) convencida de que la cosa estaba marchando por el buen camino. Pero un día, después del primer paseo de la mañana, me estaba esperando el vecino de al lado: El perro ladra toda la mañana… Un encuentro bastante desagradable.

No podía creerlo, así que procedí como todas las mañanas pero esta vez me quedé escondida en las escaleras. A los 30 minutos el perro empezó a ladrar. Ya no sabía que hacer. Le compré el juguete kong, le compré otro collar de vibraciones. Nada. La situación me estaba desbordando. Llegué dos días muy tarde a trabajar, y cuando estaba en mi puesto me pasaba el día nerviosa, buscando información por Internet, desatendiendo mis tareas y encima crispada si me molestaban. Era todo caótico, tanto que hasta pensé en buscar otra familia para Cuper. En estas estaba cuando la providencia me envió a una chica que se llama Sonia que de una manera totalmente casual me habló de su perro teckel. La conté mi problema y resultó que a ella la sucedió exactamente lo mismo con su pequeño Flo. Me recomendó una etóloga que a ella la había ayudado mucho. Ese mismo día llamé, por la tarde nos dieron cita.

Después de detallar a la especialista todo el proceso, lo primero que hizo fue recetarme unos fármacos y darme unas pautas de comportamiento.

-Clomicalm 1 cada 12 horas
-Ignorar por completo al perro antes de irme y al volver, no hacerle ningún caso hasta que no este en una situación de calma absoluta.
-Simular que sales de casa. Simplemente acercándote a la puerta y luego cambiar de dirección.
-Hacer el ejercicio anterior con ropa de calle y con ropa de casa.
-Coger las llaves o su correa pero sentarte en el sofá.
-No darle nunca lo que pide. Si demanda juego no jugar en ese momento, si demanda comida no ceder y siempre que llore o ladre ignorarle y si se pone muy pesado abandonar la habitación donde él este.
-No dejarle encerrado en la cocina y terraza. Que tenga toda la casa abierta.

Estos simples ejercicios combinados con las pastillas, se suponía que darían resultado. Con tiempo, porque hasta pasados 7-9 días los fármacos no funcionarían.

Tengo que afirmar que la primera semana con este tratamiento fue nefasta. Si es que aún se podía empeorar puedo decir que Cuper empeoró porque lloraba aún estando yo en casa. Es como si todo el tiempo me estuviera diciendo: ¿pero qué te pasa? ¿Por qué no me acaricias? ¡¡Estoy aquí!!! Creo que es vital no decaer en este tiempo. Es una especie de batalla donde tiene que prevalecer el amo al perro. No ceder, ni desistir. Más adelante comprendí la importancia de este hecho.

El caso es que el tiempo avanzaba y no notaba nada de mejoría. Por las tarde comencé a hacer salidas cortas, primero media hora, una hora… Y al regresar estaba ladrando la mayor parte de las veces. Cuando ya llevaba 8 días de tratamiento, volví de trabajar un viernes y estaba ladrando como un loco. Ese fue el punto de inflexión. Me sentí derrotada por completo. Subí a casa y sentí rabia hacia él. No quería ni mirarlo. En ese instante estaba furiosa, me sentía su prisionera y no sabía qué mas hacer. Pensé en buscarle otra familia pero lo pensé en serio. Lloré y descargué toda mi frustración ignorándole por completo. Le saqué de paseo me senté en un banco pensando en qué íbamos a hacer. Cuando subí a casa me puse a trabajar con él de manera intensa. Y es aquí cuando las cosas empezaron a cambiar.

Esa tarde la pasé enterita entrando y saliendo de casa. Cada vez que pasaba junto a la puerta abría la puerta, simplemente para que el sonido del picaporte de la calle abriéndose le resultara familiar y dejara de despertarle ansiedad. No sé las veces que he abierto y cerrado la puerta pero hoy aún le presta algo de atención, aunque ya no intenta escaparse ni se pone alerta. Fingí mil veces que salía de casa. Cada 5 minutos, cada 10. Cada vez que le veía relajado yo me levantaba con decisión iba directa a la puerta cogía las llaves y volvía a sentarme en el sofá. Una y otra vez. En ocasiones alternas salía, cerraba la puerta, me quedaba unos instantes en el felpudo y volvía entrar. Otras llamaba al ascensor, pulsaba al cero pero yo me quedaba en las escaleras y entraba en casa a los pocos segundos. Estas actividades me demostraron que Cuper estaba cada vez más confundido, pero a la vez mas tranquilo. Aguantaba un poco más sin llorar. La clave creo que está en la insistencia. Es agotador y muy aburrido, pero es la única manera que yo conozco.

Al día siguiente era sábado y lo vi como una oportunidad de seguir insistiendo con todas las prácticas. Hice otro cambio. Hasta el momento yo me levantaba, me duchaba, me vestía, hacía la cama, desayunaba y finalmente le bajaba de paseo. Ahora lo que hago es bajarlo inmediatamente, así cuando subo él tiene su tiempo para relajarse poco a poco. Si veo que empieza a estar inquieto le corrijo esa actitud y le ordeno sin hablar, mediante gestos que se vaya a su cama. Si sale de su sitio, pero está tranquilo le dejo a su aire.

Tengo que decir que ese sábado también fue importante por otro motivo, puse la tele y estaba Cesar Millán. Yo, personalmente, tengo que decir que me sirvió de mucha ayuda porque me dio dos claves que realmente a mi me han funcionado.

La primera es el asunto de la energía. Siempre hay que estar con el perro dando instrucciones de una manera firme y tranquila. De otro modo el perro detecta el nerviosismo, la inseguridad. Tomar una actitud de firmeza denota que tú mandas en todas las situaciones, la tranquilidad da normalidad al hecho de que te marches de casa. Lo que me lleva a la segunda y muy importante directriz: Tú eres el jefe.

Al principio no comprendía que tenía que ver el hecho de dar un trocito de pan a Cuper mientras yo comía, o dejarle subir en el sofá con se pusiera a ladrar al quedarse solo. Ahora ya lo entiendo. Todos los comportamientos que tenemos con nuestro perro le indican en qué puesto está él. Si comes y permites que te moleste, si él se sienta cada vez que así lo quiere en el mejor sitio, si juegas o le das mimos cada vez que lo pide sabrá que él está al mando, así que cuando sale de casa no comprende por qué él, que es el jefe, se queda dentro, no puede asumir el hecho de valerse por sí mismo, depende demasiado de su amo. ¿Dónde se van mis subordinados? Yo tengo que ir, me han dejado encerrado, pero dónde están, ¿están ahí? ¿Si? No no parece, pero ¿dónde están? ¿Por que yo estoy aquí? Y esto genera una ansiedad que va creciendo y se manifestará de la forma que sea, en mi caso con los ladridos y lloros.
Cuando dejas claro que mandas tú, que tu decides lo que se hace y solo le das premios (cariños, galletitas…) cuando está relajado y sumiso, él comenzará a asumir su rol de seguidor.

Desde este momento continué con mis ejercicios pero añadiendo una pauta más: no pensar en que lo estoy haciendo. Simplemente salgo de casa sin darle más importancia. Volveré cuando tenga que volver.
A los pocos días de estar con estas premisas Cuper mejoró y lo hizo porque yo también estaba mejor. Rebajé mi nivel de ansiedad, deje de farfullar órdenes y de actuar con miedo. Me repetía mentalmente una y otra vez: firme y tranquila. Luego me dedicaba a cantar canciones por lo bajo, o hacer sumas. Puede parecer de locos, pero tu cuerpo habla, tus miradas, tu cara y nuestro perro lo percibe. Sabe si entras con tensión por saber si ha destrozado todo, si se ha hecho sus cosas por todas partes o si esperas una nota de queja de los vecinos. También sabe si entras en casa con la tranquilidad de que esa es tu casa y todo está bien, pase lo que pase. Un día más, simplemente, sin mas tensión.

Tras casi un mes llevando a cabo todo esto puedo anotar varias mejoras. Cuper no intenta escaparse entre mis piernas, soporta el hecho de estar en una habitación en la que yo no estoy. Ya no me espera en la puerta del baño con el hocico pegado la rendija del suelo, no me pide comida y no me pide salir a la calle. Cuando le pongo la correa y abro la puerta de la calle, se sienta esperando que yo le invite a salir. Al entrar en casa después de haber estado fuera ha rebajado mucho el tiempo que tarda en tranquilizarse. Y lo mas importante: he hablado con el vecino de arriba y me ha dicho que lleva como dos semanas sin escucharle ladrar.

Tiene días peores y mejores, sé que aún estamos en la cuerda floja, que se van a presentar hándicaps como el regreso de vacaciones, pero creo que lo principal es confiar en nuestro perro y ser capaces de ser sus guías. No podemos esperar que ellos sean capaces de asumir su papel y si nosotros no les enseñamos antes cuál es el papel que queremos que tengan.

No soy ninguna experta en perros, todo lo contrario ni puedo asegurar que este sea el procedimiento idóneo a seguir, solo relato la experiencia de lo que estoy viviendo. Ojala le pueda servir a alguien de ayuda.


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